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domingo, 9 de junio de 2019

Sangre espesa: Adidas y Puma nacen de la misma familia y se pelean a muerte

Hermanos enemigos: el odio familiar detrás de la creación de Adidas y Puma 

Con fondo de guerra, una enemistad "fraterna" irreductible hizo surgir, en un pueblito de Baviera a fines de los 40, dos marcas rivales que se entregaron a una lucha despiadada por conquistar el favor de los mejores atletas y deportistas del mundo
Por Claudia Peiró || Infobae
cpeiro@infobae.com

  Adolf y Rudolf Dassler, los creadores de Adidas y Puma


Adidas y Puma son dos marcas tan difundidas que ya nadie imagina que alguna vez fueron una sola: la fábrica de calzados Dassler (en alemán la "Gerbüder Dassler Schuhfabrik"), una pequeña empresa familiar en Herzogenaurach, un pueblo de Baviera, Alemania, que aun hoy cuenta con sólo 25 mil habitantes y sigue siendo la sede de las casas centrales de ambos gigantes deportivos. Sólo los separan 500 metros y un río, pero hay entre ellos una distancia tan intangible como insuperable: el odio familiar que les dio origen.

Entre los años 1950 y 1970, Adidas y Puma se hicieron una guerra sin cuartel por la conquista del mercado mundial, y del favor de los seleccionados de fútbol nacionales, de los equipos olímpicos, de las Federaciones y autoridades deportivas. Fruto de esa lucha fue el hábito de pagar a atletas y entrenadores por el uso de una marca. Adidas y Puma compitieron abiertamente y también se jugaron sucio: se espiaron, se robaron ideas y personal, o directamente se sabotearon como cuando Adidas logró bloquear en la aduana las zapatillas Puma destinadas a los atletas en los juegos olímpicos de México (1968).

Detrás de esa pelea de marcas, una misma sangre, un mismo apellido: Dassler. Dos hermanos que vieron cada uno en el otro a su mejor enemigo. Adolf, el menor, nacido en el año 1900, había heredado el talento artesanal del padre para la fabricación de zapatos. Rudolf, 2 años mayor, era el administrador y el que abría mercados. Las relaciones públicas eran su especialidad. Los dos hermanos eran muy deportistas, amantes del atletismo y del fútbol.

  Adolf Dassler en su taller

Eran los años 1920. Los calzados Dassler, casi artesanales, ya empezaban a gozar de prestigio y eran apreciados por los entrenadores y atletas alemanes. Adolf soñaba con diseñar el mejor botín de fútbol, ese que le permitiera al jugador sentir la pelota y jugar en cualquier terreno; y también la zapatilla más liviana para el corredor de los 100 metros en los Juegos Olímpicos.

Con los primeros éxitos, vinieron las peleas: ¿quién tenía más méritos? ¿Adolf, el creador, o Rudolf, el gerente? Sin mi genio creativo, decía el menor, nada de esto existiría. Si yo no salgo a venderlos, tus botines se quedan en los estantes, era la réplica de Rudolf.

Las diferencias entre ellos eran de carácter, de estilo y, en menor medida, de ideología. La política no les interesaba demasiado, pero el mayor de los hermanos se había afiliado al Partido Nacional Socialista (nazi), que estaba en el poder desde 1933, algo que no dejaba de tener utilidad para abrir puertas.

  Adolf Dassler tomando medidas para la fabricación, al inicio casi artesanal, de sus calzados deportivos

Por otra parte, la etapa era propicia para la venta de equipos deportivos, considerando la importancia que el régimen nazi daba a la gimnasia y al deporte, como vías para afirmar la superioridad germánica.

El estreno olímpico de los calzados Dassler había tenido lugar en 1928 en Amsterdam cuando los atletas alemanes usaron sus diseños.

En 1932 habían diseñado un calzado para larga distancia. Y cuando Adolf convence al atleta afroamericano Jesse Owen, una de las estrellas de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, de usar sus zapatillas para correr los cien metros, el impacto publicitario es muy grande, aunque la estrategia tiene doble filo: la marca ganó en conocimiento pero despertó suspicacias en el gobierno hitlerista. Vale recordar que eran tiempos en que a Owen, ser el hombre màs veloz del mundo no le sirvió para despejar prejuicios racistas ni en su propio país, donde no recibió ningún reconocimiento pese a las cinco medallas de oro que llevó a casa.

 
La llegada de la guerra agravó la querella entre hermanos. Primero fue movilizado el menor, Adolf, pero a los tres meses le permitieron volver a la vida civil por ser indispensable en el funcionamiento de la usina que, para ese entonces, había sido reconvertida por la fuerza por las autoridades: ahora fabricaban cinturones, mochilas y otros accesorios para los soldados. E incluso partes de armamento. Todos los alemanes debían participar en el esfuerzo de guerra.

Pero entonces Rudolf fue enviado al frente polaco. Al parecer las autoridades no lo consideraban tan indispensable para la fábrica: lo mismo que pensaba su hermano.

Cabe imaginar lo que esta ofensa produjo en el ánimo de Rudolf que, aunque patriota y más deseoso de servir a su país que Adolf, no sólo se vio alejado de su familia -para entonces, ambos hermanos estaban casados y tenían hijos- sino marginado de la gerencia de Dassler por todo el tiempo que duró la guerra. Desde el frente, llegó a amenazar a su hermano con pedir el cierre de la fábrica para obligarlo a hacerse soldado.

 

Enviado a Polonia, cuando vio llegar a los rusos, se fugó para volver a Alemania, donde fue interceptado por los aliados y enviado a un campo de prisioneros. Desde allí le escribía a su hermano pidiéndole que hiciera gestiones para liberarlo y, en el fondo, convencido de que el propio Adolf lo había denunciado como afiliado nazi.

Cuando finalmente fue liberado y regresó, el rencor tantos años rumiado estalló: Rudolf se vengó denunciando a su vez a Adolf ante el Comité de Desnazificación, creado para depurar a la sociedad alemana de la influencia nazi. El menor de los Dassler fue investigado; lo salvó el haber albergado con generosidad en su usina a trabajadores de diversas creencias y orígenes. Su "inocencia" quedó probada. Pero después de estas traiciones, no había vuelta atrás. La convivencia era imposible.

  Adolf Dassler y su esposa

Adolf y Rudolf reunieron a todos los empleados de la usina para comunicarles la decisión de separarse y, como un matrimonio que se divorcia, les dieron a elegir con qué "padre" quedarse. El grueso de los empleados optó por Adolf. Sólo 13 siguieron a Rudolf. Era lógico: conocían mucho más al primero, que dirigía toda la operación en la planta, mientras que al mayor sólo lo veían de tanto en tanto.

Era el año 1948. En la separación de bienes, Adolf se quedó con la vieja fábrica y la casa. Rudolf cruzó el río que divide Herzogenaurach y se instaló en la orilla opuesta, a sólo 500 metros del que ya era su principal rival.

Ese mismo año, nacieron las dos marcas hoy emblemáticas. El hermano menor apeló a un acrónimo de su nombre: Adi, el diminutivo de Adolf, más la primera sílaba del apellido: Das. Adidas. Rudolf recordó sus tiempos de joven deportivo cuando sus amigos lo llamaban Puma.

 



El primer tanto en la competencia lo anotó Adolf, aprovechando un error de su hermano.

Uno de los objetivos de Dassler había sido siempre que el seleccionado alemán de fútbol jugara con sus botines. El Mundial de 1954 marcó el regreso de Alemania occidental a la competencia. Pero el entrenador del Seleccionado, Sepp Herberger, le pidió a Rudolf Dassler 1000 marcos por mes para que sus jugadores calzaran sus modelos. Al dueño de Puma le pareció demasiada codicia y cortó la negociación.

  El entrenador del Seleccionado alemán de 1954, Sepp Herberger, le pidió a Rudolf Dassler 1000 marcos por mes para que sus jugadores calzaran sus modelos

Era la oportunidad que esperaba Adolf. El hermano mayor comprendió pronto que su intemperancia le había jugado una mala pasada: Alemania se consagró campeón en una final disputada con Hungría sobre un terreno embarrado por la lluvia -el cielo jugó para Adolf- que puso a prueba la eficacia de las Adidas y especialmente del sistema de tapones intercambiables, que no era exclusivo de la marca pero que se popularizó gracias a ella. El nombre Adidas quedó además asociado a un momento de fuerte simbolismo: la nación alemana empezaba a recuperar su dignidad tras la guerra.

  Adidas popularizó los tapones removibles o intercambiables

Mientras Europa se pacificaba, se reconstruía y se reconciliaba, la rivalidad de los hermanos hacia el camino contrario y sólo terminaría con la muerte de ambos, en los años 70.

Herzogenaurach quedó separado como Berlín: Puma a la derecha, Adidas a la izquierda, en el medio el río, y nadie neutral en el pueblo. Había una carnicería Adidas, y otra carnicería Puma; una peluquería Adidas y otra Puma; en los bares y restaurantes. los empleados de una y otra usina hacían rancho aparte. Cada marca tenía su equipo de fútbol en el pueblo y ese derby tenía más importancia psicológica para los hermanos que cualquier competencia internacional. Los hijos Dassler iban al mismo colegio, pero en diferentes buses escolares, cada uno con el logo respectivo. Si se cruzaban en la ruta, corrían carreras para ver quién llegaba primero a la meta. Igual que sus padres.

  El río que atraviesa Herzogenaurach y que en el pasado separó a los dos hermanos y sus respectivas fábricas

Las olimpíadas de Melbourne (1956), Australia, marcaron la entrada en la arena de los hijos Dassler. Especialmente Horst, el primogénito de Adolf, que se revela como un crack de los negocios, con mètodos no del todo santos. Una de sus maniobras preferidas era el bloqueo de las zapatillas rivales en la aduana, dejando descalzos a los atletas que usaban Puma.

Más tarde, en México 1969, nuevamente boicotea la marca de su tío. Y además introduce una novedad: el obsequio de zapatillas a todos los equipos.

 

Entre tanto, la fábrica de Herzogenaurach no daba abasto y había empezado la expansión: primero a Alsacia, provincia francesa, aprovechando muchos pequeños talleres que son absorbidos por Adidas, una mano de obra más barata y la posibilidad de conquistar el mercado vecino.

Otro momento cumbre para Adidas fue la firma de un contrato con el futbolista portugués Eusebio. Para él, Adolf diseñará zapatillas con su nombre.

En las olimpíadas de Roma, en 1960, el campeón de los 100 metros, Armin Hary, había corrido con Puma pero un "descuido" del atleta empañó el logro publicitario de Rudolf: para subir al podio se quitó las zapatillas con clavos y se puso unas más cómodas: eran Adidas. El juró que fue un descuido, pero corrió toda clase de especulación.

  Armin Hary, en los Juegos Olímpicos de Roma (1960), con las zapatillas equivocadas

Los hermanos Dassler, en su competencia continua, no sólo innovaron en técnicas de fabricación y diseño; también fueron los grandes creadores del márketing deportivo.

Ambas marcas se disputaban el favor de los atletas más famosos: Bob Beamon, Dick Fosbury, Cassius Clay y más tarde Franz Beckenbauer y Zinedine Zidane serán de Adidas ; Puma por su parte reclutó a Pelé, Guillermo Vilas, Boris Becker y Maradona, entre otros.

Olimpíada tras olimpíada, mundial tras mundial, el pago a los equipos para que usaran una u otra marca, se fue institucionalizando. Veinte mil marcos para un medallista de 200 metros, cien mil para una maratonista… Y luego viene el afianzamiento de las relaciones con los comités olímpicos de cada país, con las federaciones de fútbol, con los funcionarios del área deportiva. En esa tarea tan comercial como diplomática, Adidas brilla. Más aún, se dice que detrás de la elección de Joao Havelange como presidente de la FIFA en 1974, estuvo el lobby de Horst Dassler.

En México, los atletas afroamericanos protestan blandiendo sus zapatillas Puma. Simpatizan con las Panteras Negras, el movimiento de liberación que coquetea con la violencia. El gesto pone a la marca en primer plano y le gana simpatías en una Europa efervescente de movimientos libertarios. Pero no pasa lo mismo en Estados Unidos donde los Panteras Negras no gozan de simpatía en el público más masivo.

  Dassler firma el contrato con el futbolista Eusebio

A partir de esos años, Adidas toma la delantera. Es Horst el que lanza la marca a lo textil, dando impulso a la industria de la ropa deportiva; algo que inicialmente no le cae demasiado bien a su padre, zapatero de alma. La rivalidad es algo que los Dassler llevan en la sangre y la transmiten. A la eterna competencia entre hermanos se suma ahora la de Horst Dassler, dueño de la filial Francia, con su propio padre. Y la de los dos hijos varones del "Puma" Rudolf entre sí…

Aun así, los negocios siguen prosperando.

Armin Dassler, hijo de Rudolf, no resiste la tentación de firmar un contrato ruinoso con Pelé: el astro brasileño del fútbol es muy caro… Pero el futbolista hace muy bien el trabajo por el cual le pagan: antes del puntapié inicial de la final del Mundial 1970, se agacha con parsimonia para atarse los cordones de sus Puma y dar tiempo a las cámaras para registrar el momento.

  Pelé atando los cordones de sus zapatillas Puma frente a las cámaras

  Armin Dassler firma un contrato con Pelé para la marca Puma

Hace tiempo que Puma, incapaz de comprar equipos enteros, apunta a los cracks. Logran un acuerdo con el holandés Johan Cruyff, considerado el mejor jugador de Europa. En el Mundial 74, aunque su seleccionado es Adidas, él honra su compromiso con Puma haciendo retirar una de las tres tiras de su camiseta.

Para la copa del Mundo del 78, en Argentina, Adidas ya es la primera marca mundial.

Rudolf había muerto en 1974. El hermano no asiste al entierro. Muere 4 años después, en 1978. Ambos están sepultados en el mismo cementerio, en parcelas distantes, alejados el uno del otro, en la muerte como en la vida.

Los hermanos Dassler, cuando aún estaban juntos

Los hijos heredan las marcas rivales. Pero a la competencia mundial ya se han sumado las americanas Nike y Reebok, que desde el comienzo apelan a la deslocalización y la mano de obra barata del sudeste asiàtico.

Sin entrar en detalles, cabe decir solamente que ambas marcas pertenecen hoy a empresarios franceses: Adidas estuvo al borde de la quiebra, bajo la adminsitraciòn de Bernard Tapie, pero fue comprada y recuperada por Louis Dreyfuss, que la colocó como número dos del mundo, detrás de Nike. Puma, en el 3er puesto, pertenece a François-Henri Pinot.

  Johan Cruyff, fiel a Puma, le quita una de las tres tiras de la camiseta marca Adidas y se diferencia del resto del equipo

Resultaba llamativo que una historia tan singular como la de los Dassler no hubiese llegado al cine. Un primer film alemán -que se emite por el Canal Europa Europa- se centra en la prehistoria de ambas marcas: la vida de ambos hermanos previa a la separación, sus primeros logros y el inicio de sus querellas. Dirigida por Oliver Dommenget, fue producida en 2016. El film se detiene en 1956, cuando Adidas se anota su primer gran punto en aquella final del Mundial en Suiza, bajo la lluvia.

Pero como se vio, la historia no acabó allí.

  Adolf y Rudolf Dassler murieron en los años 70 y están sepultados en el mismo cementerio, en parcelas alejadas

Artistas como Madonna o Brad Pitt han dado nuevo lustre a la marca Puma, hoy propiedad de la multinacional francesa PPR. Adidas compró Reebok, y, como en los viejos tiempos en que la competencia se centraba en luchar por el sponsoreo de famosos, captó a estrellas como Zidane o Beckham y al propio Messi con todo el Real Madrid; mientras que su rival cuenta con Usain Bolt o a Mario Balotelli.

  La estatua que inmortaliza al menor de los hermanos Dassler con el calzado que popularizó

Pero en la misma medida en que ambas marcas creadas por los hermanos Dassler se volvían mundialmente conocidas y familiares, el nombre y la historia de sus creadores iba quedando en el olvido. Tal vez el film de Dommenget sea sólo el primero de una serie. La historia de Adolf y Rudolf bien lo merece.

domingo, 17 de marzo de 2019

Pruebas del efecto manada de la moda

Fotos que demuestran que todos somos solo ovejas de un rebaño


Wired



15 de abril de 2005. Ámsterdam, Países Bajos. 12:10 pm a 1:10 pm.Hans Eijkelboom

24 de agosto de 1997. Ciudad de Nueva York, EE. UU., 10:50 am a 11:20 am.Hans Eijkelboom

8 de agosto de 2013. Amsterdam, Países Bajos. 1:40 pm a 4:00 pm.Hans Eijkelboom

10 de Noviembre 10, 2013. Amsterdam, Países Bajos. 1:30 pm a 4:30 pm.Hans Eijkelboom

8 de abril de 2007. Ámsterdam, Países Bajos. 2:00 pm a 4:30 pm.Hans Eijkelboom


22 de Noviembre 22, 2004. Rotterdam, Países Bajos. 12:00 pm a 4:00 pm. Hans Eijkelboom


21 de marzo de 2006 en ciudad de New York de 1PM a 3PM. Hans Eijkelboom

15 de abril de 2005. Ámsterdam, Países Bajos. 12:10 pm a 1:10 pm. Hans Eijkelboom

Nos ha pasado a los mejores. Compramos una camisa, un par de zapatos, un sombrero que amamos y creemos que es totalmente único, y luego nos presentamos en la escuela o en el trabajo y vemos a alguien que lleva exactamente lo mismo. Es un poco embarazoso. Hans Eijkelboom lleva ese sentimiento a otro nivel con People of the Twenty-First Century, una serie de fotos que sugiere que somos más como ovejas que como copos de nieve.

Eijkelboom ha pasado más de 20 años fotografiando a personas con ropa similar. Aunque humorístico, no se está burlando de nadie. En su lugar, usa la serie para resaltar qué tan similares se han vuelto nuestros gustos y estilos en el mundo moderno.

"Para mí, no se trata de la moda, sino de nuestra identidad", dice Eijkelboom. "Estoy demostrando que a veces es casi imposible no seguir el flujo".

Gente del siglo XXI, PHAIDON, 2014.


Hizo las primeras fotos en 1992 en Arnhem, Holanda, donde vivía en ese momento. Desde entonces, el fotógrafo ha sacado fotos en París, Nueva York y Ámsterdam, por nombrar algunos, acumulando unas 6.000 imágenes de identidad colectiva para su libro de fotos. Eijkelboom siempre está buscando un centro comercial ocupado o una esquina ruidosa, en cualquier lugar donde haya una multitud. Una vez que tiene un lugar, pasa 10 o 15 minutos observando lo que lleva la gente y fotografía lo que ve más a menudo, ya sea camisas a cuadros, faldas de mezclilla o mallas. Intenta pasar no más de dos horas disparando, un período de tiempo que dice ayuda a que sus ojos se mantengan frescos.

Eijkelboom lleva su cámara, generalmente de 35 mm, en una correa alrededor de su pecho, pero no mira a través del visor. En cambio, dispara de forma remota con un gatillo para que sus sujetos sean más francos. El resultado es un catálogo visual de "personas" aparentemente sin sentido que están a pocos minutos de pasar a su gemelo ... o gemelos, según el tiempo que espere.

Viajando por todo el mundo, Eijkelboom dice que hubo un momento en que Nueva York era el lugar más vibrante para filmar. Hoy en día, Tokio es probablemente su lugar favorito porque "la relación entre identidad y vestimenta es muy grande allí". En el futuro le gustaría trabajar en lugares como Estambul, no solo porque es una ciudad cosmopolita, sino porque es un lugar de Religiones distintivas e historias que pueden tener un gran impacto en la identidad.

El fotógrafo tiene ahora 65 años y vive en Ámsterdam, aún trabajando en su proyecto. Siente que hay un cambio en la identidad a medida que la sociedad pasa de lo que llama un mundo analógico a uno digital. Con Internet y las redes sociales definiendo una gran cantidad de cómo nos presentamos, Eijkelboom cree que las personas están menos preocupadas por expresarse a través de la ropa.

"No puedo predecir el futuro, pero estoy seguro de que en 10 o 15 años todos seremos un tipo diferente de ser humano", dice. "Estamos justo al comienzo de este cambio al mundo digital".

miércoles, 20 de febrero de 2019

¿Comprar o alquiler ropa? Ideas para una aplicación que no existe

Para qué comprar ropa si puedes alquilarla


Pagas una cuota y renuevas mensualmente el vestidor con prendas nuevas o seminuevas 



Estrenar casi a diario es posible con la ropa de alquiler (alexalenin / Getty)



Margarita Puig | La Vanguardia

Cada vez son más quienes consideran que tener un armario propio será algo tan analógico como usar una cámara de fotos o una máquina de escribir. Casi una provocación y, además, una agresión al medioambiente. Ya hay al menos una docena de marcas que proponen alquilar tu ropa en lugar de comprarla bajo el pretexto de que esta práctica (vieja en Estados Unidos pero relativamente nueva en Europa) supone un ahorro energético. También de tiempo y de dinero... Pero para comprobar eso, cada uno debe hacer sus propias cuentas, puesto que no deja de ser una manera de convertir un gasto variable y ocasional –la compra de ropa– en una nueva cuota fija al mes que merma el presupuesto doméstico, como ocurre con el renting de los coches.

Estas plataformas de armarios online y compartidos nacieron para ofrecer solo ropa de fiesta o de boda, pero poco a poco se han ido introduciendo prendas más de diario para “poner al alcance de todas armarios casi infinitos”, explican desde ecodicta.com. Son armarios online y compartidos que permiten acceder a ropa más cara de lo que muchas podrían permitirse. De momento son sólo para ellas, y la opción masculina todavía es escasa, aunque es la tradicional: toda la vida se han alquilado esmoquines.

Cuotas



A partir de 25 euros puedes renovar tu armario y tu estilo cada mes

La opción más reciente en España es ecodicta.com, una empresa formada por Mercedes, Raúl, Mario y José, que se definen como “un grupo de emprendedores a los que nos preocupa el medioambiente y la huella ecológica que dejan los productos sobre nuestro planeta pero también muy interesados en la moda y en las tendencias”. Consideran que “alquilar en lugar de comprar permite ahorrar tiempo (pagas un tanto al mes y te llega tu Ecodicta Box con la ropa puntualmente a casa y te recogen la del mes anterior) y también dinero (pagas y no te lo quedas pero no son prendas de usar y tirar)”. ¿Por cuánto? La cuota de entrada es de 25 euros aunque la media es de 40 euros al mes y propone looks completos que “puedes alquilar y devolver, o pagar y quedártelos si pagas la diferencia”, como con el renting de vehículos.

Alquilar permite 'probar nuevos estilos' y 'nuevas marcas' (Xavier Gómez)

Otras de las comodidades que según sus impulsores se derivan de esta práctica es que permite “probar nuevas marcas, nuevos estilos sin riesgo y sobre todo renovar cada temporada y reducir el desorden de tu armario”. Y, por supuesto, “incluye asimismo la oferta de ropa para aquellas chicas que quieran vestir prendas estrictamente sostenibles, ya que pondremos un gran énfasis en la suscripción eco-friendly”. Desde La Más Mona, que va renovando su armario de más de mil piezas y tiene 156.000 seguidores en Facebook, a Ettiquete (complementos y vestidos de diseñadores nacionales tanto en alquiler, como en venta pero a mitad de precio) o Altacostura on line (especializado en ropa sesentera) ofrecen esta posibilidad de alquilar en lugar de comprar.

Renovar el armario de forma mensual es posible alquilando (Àlex Garcia)

Un negocio sencillo (te registras, eliges la prenda y la fecha en que vas a usarlo para saber si estará a punto y te lo envían previo pago) que según un estudio de Allied Market Reserch supuso unas ganancias de más 800 millones de euros en 2017, y se estima que crezca hasta los 1.500 millones en 2023. Según las estadísticas, todos los años comparamos una media de entre ocho y nueve kilos de ropa y gastamos unos 450 euros en ello. El sistema de alquiler busca evitar ese dispendio y el derroche consiguiente: 390.000 toneladas de textiles acaban en los contenedores todos los años según la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria.

Sostenible


Alquilar es más ecológico: puede frenar la moda de usar y tirar

Tal como expresan tanto desde Ecodicta como Beatriz Valdivia, creadora de la plataforma Moda en Positivo, hay que apostar por estos proyectos que buscan hacer armarios más sostenibles. Consideran que la moda también debe ser económicamente sostenible y que hay que buscar modelos de negocio que promuevan la economía colaborativa y, en el caso de la moda, que alarguen la vida de las prendas. La industria de la moda es responsable de un 2% de las emisiones de CO2 a la atmósfera y casi un 8% del consumo de agua por lo que toda idea que busque la sostenibilidad debería ser bien recibida.
 
Muchas firmas de alquiler priman la moda sostenible (Luis Eduardo Noriega A. / EFE)

La primera plataforma lanzada fue Rent the Runway, en Estados Unidos. Hace ya ocho años que probó esta fórmula para alquilar prendas por días y más recientemente incluyó su programa Unlimited que funciona con una cuota mensual. Por 139 dólares mensuales recibes tres prendas que usas durante esos treinta días y los cambias al mes siguiente. Haciendo números al final parece caro. Son unos 1500 euros al año por una ropa que no queda en tu armario, aunque para algunas personas precisamente esa es la gracia.

“Estrenas todo el tiempo, no desordenas ni saturas tu espacio y no tienes la tentación de comprar cosa inútiles sin calidad; dejas la moda de comprar y tirar”, explica Julia Weems, directora de Area de Moda del IED. Otra cosa es, sin embargo, saber si “lo que funciona tan fácilmente en Estados Unidos y en ciertos países europeos encajará aquí… Está costando pero ya se verá”.

A esa propuesta distinta de vivir la moda se ha sumado ahora también una opción nueva: el alquiler de joyas. Desde hace una semana, la plataforma digital Verone “permite alquilar joyas con una tarifa plana desde 29 euros al mes”, explica su creador y CEO Luis Feliu de la Peña. Como experto del sector considera que “creemos que un servicio como el nuestro puede tener muy buena acogida. Queremos ser tu partner a nivel joyero: renueva cada mes, sorprende, deslumbra y no te dejes una fortuna en ello”.

viernes, 4 de enero de 2019

Actitud emprendora en un caso de sombreros

La diferencia entre un emprendedor y un empresario es esta

¿Ves oportunidades que todos los demás han perdido?
Por Norm Brodsky  | Inc





La gente a veces me pregunta cuál creo que es la característica definitoria de un emprendedor. Lo que realmente quieren saber, creo, es la única cualidad que distingue a un verdadero emprendedor de cualquier otro empresario. Lo he pensado bastante yo mismo, y he decidido que, si tuviera que limitarlo a un rasgo, sería la capacidad de ver las cosas de manera diferente. Un verdadero emprendedor es capaz de ver una situación e identificar una oportunidad, una solución a un problema, o un camino alrededor de un obstáculo que, por alguna razón, todos los demás han pasado por alto.

Esto me vino a la mente recientemente cuando conocí a una emprendedora llamada Linda Pagan. Ella es un sombrerera. Es decir, ella hace y vende sombreros. Su tienda, ubicada en la ciudad de Nueva York en la calle Thompson en el distrito de SoHo de Manhattan, se llama simplemente la Hat Shop de Nueva York. Mi esposa, Elaine y yo estábamos caminando por el vecindario cuando nos encontramos en la tienda y decidimos entrar. Elaine quería ponerse un sombrero para la conferencia Inc. 5000 y eligió uno. También notó las interesantes cajas de sombreros que tenía la tienda y le preguntó si su sombrero venía con una caja.

"Oh, sí", dijo Linda. "Todos nuestros sombreros vienen con cajas. Hay una fábrica de envases de papel en Brooklyn que fabrica nuestras cajas. De hecho, ¿ven esta caja aquí?" Señaló una enorme caja de sombreros. "Ese tipo de caja se ha convertido en un gran vendedor para nuestro fabricante, lo que realmente es gracias a mí".

"¿Qué quieres decir?" Yo pregunté. No podía imaginar que ella vendiera suficientes sombreros de ese tamaño para hacer una gran diferencia para el fabricante de cajas.

Explicó que había estado recibiendo más y más solicitudes de sombreros con grandes alas, principalmente de mujeres que planeaban asistir al Desfile de Kentucky o al Desfile de Pascua de la Ciudad de Nueva York. Pero ella no tenía cajas lo suficientemente amplias y profundas para sostener sombreros tan grandes. Había llamado al propietario de la fábrica de envases de papel y le describió el tipo de cajas que necesitaba. Desafortunadamente, dijo, el troquelador requerido para hacer cajas de ese tamaño se había roto décadas antes, y él no lo había arreglado porque no había suficiente demanda de grandes sombrereras.

Pero sin las cajas apropiadas, Linda no podía vender los sombreros de ala ancha por los que los clientes estaban dispuestos a pagar una prima. Eso significaba sacrificar lo que era potencialmente una fuente importante de ingresos. Le preguntó al dueño de la fábrica cuánto costaría arreglar el troquelador. Un par de cientos de dólares, respondió. Ella dijo que con gusto pagaría por la reparación. Sin embargo, cuando ella colgó el teléfono, Linda pudo decir que aún no estaba convencido de que valdría la pena el esfuerzo y los gastos.

Así que se sorprendió cuando, unos meses más tarde, las grandes cajas de sombreros que había solicitado llegaron de la fábrica, pero sin la cuenta para arreglar el troquelador. Habló con el gerente de la fábrica, quien le dijo que el propietario había investigado por su cuenta y llegó a la conclusión de que, de hecho, había un mercado en crecimiento para cajas de sombreros mucho más grande de lo que él estaba acostumbrado a hacer. Arregló el troquelador y procedió a vender tantas cajas grandes que sintió que no sería correcto facturarle a Linda la reparación. Él estaba agradecido con ella por reconocer una oportunidad que él desconocía por completo.

Su capacidad para ver la oportunidad me hizo darme cuenta de que Linda era más que una sombrera y comerciante. Ella fue una verdadera emprendedora.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Lacoste: Una historia de éxito y problemas de una empresa familiar





Lacoste: la historia del "cocodrilo más rentable" y la trama de visión y traición que se tejió en la compañía
Todo empezó con René Lacoste, un tenista que supo leer las oportunidades de su época y en 1933 creó una prenda que revolucionó por su estilo elegante sport. Conozca por qué eligió ese particular logo y cómo la firma alcanzó el éxito. ¿Por qué la empresa ya no pertenece a la familia que la creó?
iProfesional




Si se ve un pequeño cocodrilo verde bordado en una prenda o impreso en un producto, no caben dudas: se está frente a un Lacoste. Y es que la marca francesa logró que ese ícono la identifique casi sin pensarlo.
¿Pero cómo llegó a popularizarse tanto esta casa de ropa y artículos varios? Como todo, hay que remontarse a los comienzos para entender la grandeza de hoy.
En el caso de Lacoste, su historia se desarrolla en paralelo al boom del deporte del siglo XXy a la ropa informal que dejó atrás trajes y corsés. 
Creada originalmente para la élite francesa en la década de los ‘30, hoy en día es un gigante muy rentable con 1.200 boutiques en el mundo y 1.600 millones de euros en facturación (90% proveniente de fuera de Francia), recordó el medio español Cinco Días.
Y el nombre clave detrás de este éxito es el del tenista René Lacoste (1904-1996), quien tuvo la idea de fundar la firma en 1933. 
Una "apodo de la prensa" que inicia un imperio
Su faceta empresaria sorprendió a más de uno, aunque René no era un hombre desconocido en su país. Todo lo contrario, era muy popular en su país por haber ganado tres veces Roland Garros, dos Wimbledon y otros dos US Open.
De hecho, junto a otros tres compatriotas, formaba parte del mítico equipo francés conocido como los mosqueteros. Pero aquí hay un dato clave: a él, particularmente, lo apodaban como "el Cocodrilo". ¿Por qué? El capitán del equipo galo de la Copa Davis le había prometido regalarle una maleta elaborada con la piel de ese animal si ganaba un partido y, ni lenta ni perezosa, la prensa estadounidense empezó a llamarlo así.
Fue entonces cuando se dio el primer paso de lo que hoy es un imperio: con sentido del humor,René decidió seguirles el juego y comenzó a salir habitualmente a la cancha con un cocodrilo dibujado en su camisa.
Así, mezclando su profesión con su visión empresaria, René vio una oportunidad incipiente: la de crear prendas deportivas para una sociedad que empezaba a desprenderse de los formalismos y saltaba a las canchas. 
Su primera apuesta fue una chomba de manga corta, cuello ribete-canalé y tejido de algodón ligero y transpirable a base de petit piqué, a la que -de más está decir- le bordó el ahora mítico cocodrilo. Y fue de este modo como nació el polo Lacoste, conocido como el L12.12 en blanco, que se ha convertido en un símbolo de la moda y del marketing y que se mantiene joven pese a sus 80 años.
Esta prenda fue "revolucionaria" además por otro motivo: era la primera vez que una marca estaba visible en la parte exterior, una idea que, desde entonces, ya nadie discute. 
Asociarse para crecer
Los grandes empresarios tienen en general algo en común: se asocian con los mejores para llevar su visión al siguiente nivel.
Y eso fue lo que hizo René, quien para confeccionar las prendas, comenzó a trabajar con André Gillie, un afamado empresario textil de la época.
Esta asociación fue clave ya que le dio a Lacoste la"capacidad de producción" para sus diseños, que no sólo se quedaron en el tenis sino que también fueron ampliándose al golf, otro deporte elitista de la época. 
El éxito no se hizo esperar y la marca no tardó mucho en dar el salto al extranjero. Así, en 1951comenzó a exportar sus productos a Italia
Pero ese año tiene otro hito clave en la historia de la empresa: el polo blanco se tiñó por primera vez de colores, algo que con el paso del tiempo la marca iba a seguir aprovechando, incluso sumando distintas tramas.
Bernard, el nombre de la "internacionalización"
René siguió liderando la empresa hasta 1963, cuando decidió pasarle las riendas a su hijo mayor, Bernard. Y esa no fue una decisión menor.
Sucede que si bien Lacoste había crecido como marca y ya se vendía en varios mercados europeos (en 1961 había llegado, por ejemplo, a España), fue gracias a la nueva gestión que se firmaron numerosos acuerdos de licencia y se inició la expansión por el mundo. 
Bernard hizo de los colores una de las claves de su liderazgo, que duró prácticamente hasta su muerte, en 2006, a los 76 años. Diez años antes había fallecido su nonagenario padre.
Los números hablan solos del éxito alcanzado por su gestión: cuando comenzó a liderar la compañía, ésta producía 300.000 artículos al año.En 2005, la figura rozaba los 50 millones, esa ropa era vendida en 110 países.
Trascendiendo el deporte y la ropa
En pocos años, las prendas Lacoste trascendieron al deporte y pasaron a ofrecer una imagen de cierta sofisticación con un toque sport. De hecho, se transformaron en la elección preferida de los que querían un look "de calle" o para el fin de semana.
"La elegancia de Lacoste está en el equilibrio entre informal y sofisticado, relajado y distinguido", explican desde la firma. 
Se trata del estilo que la compañía denomina como "unconventional chic", o elegancia inusual, como fue el lema elegido para las últimas campañas.
Así, hoy el éxito de la firma pasa por trasladar la imagen distinguida de su cocodrilo por todo el mundo y a cientos de diferentes productos a través de licencias. 
Por eso, ya no sólo hay polos Lacoste. Ahora se consiguen desde joyas, perfumes, ropa para el hogar, relojes, bolsos o gafas hasta bicicletas
Incluso, en 1984, el fabricante francés de coches Peugeot lanzó una edición limitada de su superéxito de la época, el modelo 205. Y en 2010, Citroën se atrevió con un concept car para la marca.
Actualmente, la compañía Devanlay tiene los derechos de la ropa y los artículos de piel;Penland, los de los zapatos; Procter & Gamble, para fragancias; Marchon, para gafas de sol;Movado en el caso de los relojes; Zucchi Group en textiles para el hogar, y GL Bijoux en joyas.
Una "traición" y un final "no tan feliz"
El presente de la marca no es tan feliz para la familia Lacoste como lo fue su inicio. Y es que su principal socio, Devanlay, ha sido la causa del mayor terremoto de la casa francesa, en plena celebración de su 80 aniversario.
En este sentido, hay un dato clave: en 1998, el grupo suizo Maus Frères pasó a controlar el 90% de Devanlay y, a su vez, adquirió el 35% de Lacoste.
Pero en 2012, los suizos maniobraron para quedarse con la marca. Y lo lograron gracias a una pelea en el seno de la familia del cocodrilo.
Sucede que el hijo más chico de René, Michel Lacoste, fue quien sucedió en la presidencia a su hermano Bernard desde 2005. Pero se llevó un verdadero disgusto. 
Él veía como sucesora a su sobrina Béryl. Pero su hija Sophie se adelantó y se alió en octubre de 2012 con Maus Frères en el consejo de administración, destronando del cargo a su padre.
La inesperada jugada de Sophie fue definida por Lacoste padre como una traición y, de hecho, consideró que su hija habría sucumbido a los cantos de sirena de los otros accionistas importantes. "Utilizando procedimientos poco elegantes, los Maus han conquistado Lacoste sin desembolsar un céntimo", dijo oportunamente Michel a Le Monde. 
Y añadió: "Mi hija no ha pasado un solo día en la empresa y no tiene las competenciasnecesarias para llevar la sociedad".
Sucede que Sophie Lacoste Dournel, de 37 años, hasta ese momento se había dedicado a ser actriz y a dirigir un teatro de marionetas en la región de Marsella.
Para vengarse de su hija, Michel vendió el 30,3% del capital a la gente de Maus y a las pocas semanas Sophie siguió el mismo camino con su 28% de acciones.
La firma suiza entonces sentó en el consejo a Didier Maus como presidente y eligió al español José Luis Durán como consejero delegado, quien tomó así las riendas del grupo, que ya conocía bien por dirigir Devanlay. 
Así, el cocodrilo siguió con su éxito, pero ya lejos de la familia Lacoste.

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