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A mediados del año pasado, LA NACION publicó un artículo donde los destacó como "Los chicos que fabrican lluvia". Se refería, en ese entonces, a los tres jóvenes que en 2014 crearon Kilimo, una agtech argentina que ofrece un servicio para hacer más eficiente el manejo del riego agrícola. Los fundadores sabían lo que querían: una tecnología que apuntara a simplificar el manejo del riego a través del procesamiento de información satelital y datos climáticos.
Cuatro años después, Kilimo cerró el viernes pasado una ronda de inversiones que asciende a un total de 950.000 dólares (US$1,1 millones desde que lanzaron el proyecto). "Esta inversión nos confirma que el único camino para innovar en el agro implica sumar a los productores agrícolas en la construcción de las soluciones a gtech, ya que sólo ellos son los que entienden cuáles son los puntos del negocio donde la tecnología puede agregar más valor", dijo a LA NACION Jairo Trad, CEO y cofundador de Kilimo, desde Chile.
Kilimo recomienda el riego más eficiente para cultivos extensivos mediante modelos matemáticos y procesamiento de big data para reducir los costos Crédito: Kilimo
Actualmente la empresa monitorea 20.000 hectáreas bajo riego en la Argentina (casi el 4% de las 600.000 que hay para riego complementario), 2300 hectáreas en Tennessee y Arkansas, en los Estados Unidos (en ese país el año pasado instaló una base operativa), y piensa expandirse en Chile, donde tiene planeado abrir una sede en la capital del país trasandino. Hoy tienen más de 80 usuarios. En el caso de la Argentina, del 4% que monitorean este año quieren pasar al 10% del área regada.
Según la compañía, con Kilimo la eficiencia del uso del agua aumenta a 70%. "Este año esperamos hacer que nuestros clientes ahorren 15.000 millones litros", explicó Trad.
Un equipo de riego monitoreado por Kilimo en Tenessse, Estados UnidosCrédito: Kilimo
Leo Bourdichon es productor agropecuario y, junto a su cuñado, Benjamín Douthat, administra un campo en el departamento de Marcos Juárez, en Córdoba. Fue en 2016 cuando decidieron trabajar junto a Kilimo para monitorear un pivote de riego de 170 hectáreas. Desde entonces suman tres campañas trabajando juntos.
"Me enteré que prestaban un servicio de monitoreo de riego y me gustó la propuesta. Particularmente estábamos dudando cuándo prender o no el equipo que movemos en tres posiciones durante cada campaña: primero regamos trigo, después maíz y luego decidimos si lo utilizamos en soja de primera o en la de segunda", explicó Bourdichon. En total, Kilimo les presta el servicio para monitorear aproximadamente 500 hectáreas por año.
"Nos gustó el sistema porque realizan un estudio del perfil hídrico y con esos datos nos recomiendan cuándo regar. Nosotros colocamos un umbral de aproximadamente 50 o 60 por ciento, y ellos nos indican cuándo y cuántos milímetros tenemos que utilizar para no bajar de ese porcentaje, lo que nos permite ser más precisos y eficientes con el equipo de riego", afirmó el productor.
La historia de la startup
Kilimo llevó tiempo: los tres creadores, Trad, Juan Carlos Abdala y Rodrigo Tissera, recorrieron en 2014 más de 40.000 kilómetros para conocer las necesidades de los productores argentinos. El objetivo era recomendar el riego más eficiente para cultivos extensivos mediante modelos matemáticos y procesamiento de grandes cantidades de datos (big data) para reducir los costos.
Jairo Trad, de 30 años, CEO y cofundador de KilimoCrédito: Kilimo
Hoy, el equipo cuenta con 13 personas. Entre los cultivos que monitorean trabajan con trigo, soja, maíz, lenteja y garbanzo, y también algunos hortícolas. La tecnología utiliza datos climáticos y satelitales para entregar recomendaciones de riego precisas y en texto plano.
La inversión que se concretó el viernes pasado por 950 mil dólares fue liderada por los fondos de inversión Xpand Ventures y Alaya Capital Partners. "Esta inyección nos permitirá expandirnos en los Estados Unidos, explorar el mercado chileno y realizar mejoras en el producto", explicaron en la startup.
Las vacas suizas mandan un SMS para avisar que están en celo
Para poder llevar mejor el registro de animales en condiciones de aparearse, en Suiza implementaron un sistema que emite de forma automática las notificaciones a los teléfonos móviles de los ganaderos
ZOLLIKOFEN, Suiza.- Cuando Christian Oesch era chico, en la granja familiar donde criaban cerdos los teléfonos celulares eran cosa del futuro. Ahora, Oesch se ocupa de las vacas lecheras y lleva un teléfono inteligente adonde vaya. Ocasionalmente, recibe un mensaje de texto (SMS) de una de sus vacas.
Eso se debe a que Oesch, de 60 años, que atiende a 44 vacas lecheras de raza Holstein Rojo y Jersey, está ayudando a probar un dispositivo que implanta sensores en las vacas para que los granjeros puedan saber cuándo están en celo. En el momento en que esto sucede, el dispositivo envía un SMS al teléfono del granjero. Los suizos no se conforman con medias tintas: el SMS puede estar escrito en cualquiera de los tres idiomas principales de Suiza (alemán, francés e italiano), más inglés o español.
Si hay algo para aprender de este proyecto, que sacará los dispositivos al mercado a principios del año próximo, es que el mundo de Heidi (repleto de cabras, o vacas), que pastorean plácidamente en las praderas de los Alpes, gradualmente se está convirtiendo en material de libros de cuentos.
El detector electrónico del celo es la creación de varios profesores de un instituto tecnológico ubicado cerca de la capital de Suiza, Berna. Dicho dispositivo llena una brecha en el mercado, dicen, porque las vacas lecheras, que se encuentran bajo un creciente estrés ya que deben producir más cantidad de leche, están mostrando cada vez menos signos de celo. Eso hace que sea más difícil para los granjeros suizos utilizar las inspecciones visuales tradicionales para saber cuándo llevarles el toro o, en aproximadamente el 80 por ciento de los casos en la actualidad, el inseminador artificial.
El sensor implantado en los genitales de Fiona o de Bella (que son los nombres preferidos para las vacas en Suiza) mide el calor corporal, luego transmite el resultado a un sensor que está colocado en el cuello de las vacas, el cual mide el movimiento corporal, ya que las vacas en celo se tornan inquietas. "Los resultados se combinan usando algoritmos y, si las vacas están en celo, el dispositivo envía un SMS al granjero", dijo Claude Brielmann, un especialista en computadoras que ayudó a diseñar el sistema. El detector, ubicado en el cuello de las vacas, está equipado con una tarjeta SIM, de modo que el granjero puede pagar las llamadas.
"Nuestro índice de reconocimiento es de aproximadamente el 90 por ciento", relató Brielmann.
El dispositivo, conocido como detector de celo, da lugar a algunas preocupaciones entre los defensores de los derechos de los animales, no tanto por su colocación en las partes privadas de las vacas (su uso implica insertar un termómetro con un pequeño transmisor y una antena en los genitales de estos animales) sino por lo que dice acerca de la estresante vida de las vacas en Suiza. Asimismo, provoca escepticismo entre quienes crían ganado lechero, que están sorprendidos por su costo el cual, se espera, será de al menos 1400 dólares por unidad.
El sistema da lugar a algunas preocupaciones entre los defensores de los derechos de los animales, no tanto por su colocación sino por lo que dice acerca de la estresante vida de las vacas en Suiza
"¿Esto provocará algo desde el punto de vista financiero?", preguntó Ulrich Tschanz, de 76 años, quien crió vacas de la raza Holstein Rojo en la ciudad vecina de Oberlindach, donde el sonido de los cencerros del ganado está por todos lados, hasta que transfirió su manada de 40 vacas a su hijo, hace algunos años. "Siempre esté pendiente de sus vacas, esté atento a ellas", agregó. "Eso es lo mejor".
Pero los expertos afirman que las medidas adoptadas con el fin de incrementar la producción de leche (el agregado de proteínas, minerales y vitaminas en el alimento) afecta el metabolismo del ganado, lo cual hace que el dispositivo sea cada vez más necesario. "Con una mayor productividad hay una reducción en la actividad reproductiva", señaló Samuel Kohler, un veterinario que integra el grupo de personas que desarrolló el dispositivo. Kohler ahora desempeña funciones en el directorio de la compañía, llamada Anemon , que espera venderlo. "Con bastante frecuencia sucede que uno pierde el momento exacto del celo".
Pocas personas en el mundo son tan sensibles respecto de los derechos de los animales como los suizos, quienes tienen algunas de las leyes más severas del mundo relacionadas con los derechos de los animales. Una ley integral que se promulgó hace cuatro años, por ejemplo, obliga a los propietarios de perros a tomar un curso sobre el adecuado tratamiento de su mascota y solicita que ciertos animales considerados "sociales", como los conejillos de Indias o los canarios, tengan uno o más compañeros en cautiverio. (Incluso los suizos tienen sus límites. En 2010, los votantes rechazaron por amplia mayoría una ley propuesta por la cual se hubiera elegido a abogados independientes para representar a los animales en casos de abuso).
Hansuli Huber, el director gerente de la agencia protectora de derechos de los animales llamada Tierschutz, en Suiza, dijo que la dignidad de las vacas no era un tema importante con el nuevo dispositivo. "Hay cierta justificación", expresó. Sin embargo, agregó: "El problema real es que las vacas no están mostrando signos de celo y esto se relaciona con la demanda de que cada vez tienen que producir más leche".
Es más, dijo, las vacas también están pariendo cada vez con menos frecuencia que en el pasado debido al estrés. "Ahora, quizás lo hagan tres veces en su vida", explicó. "Mientras que hace 20 o 30 años probablemente tenían cría siete veces".
"El problema real es que las vacas no están mostrando signos de celo y esto se relaciona con la demanda de que cada vez tienen que producir más leche", dijo Hansuli Huber, de la agencia protectora de derechos de los animales Tierschutz
Muchos suizos aceptan este razonamiento. "Es una vergüenza que hayamos llegado a esto", dijo Harri Hofer, de 54 años, quien se desempeña como especialista en seguridad, mientras hacía compras en la calle principal de Zollikofen.
Con los precios de la leche en baja en todo el mundo, la productividad es crucial para las vacas en Suiza, cuyos propietarios están sintiendo los aprietos financieros. Según el Ministerio de Agricultura del gobierno, en Berna, todos los años alrededor del 2 por ciento de las granjas como esas, en Zollikofen, tiene que cerrar ya que no pueden competir con productores más grandes y más eficientes en el extranjero.
El Dr. Kohler dijo que no esperaba una oposición significativa al nuevo dispositivo. "No es crueldad hacia los animales", dijo. "Las vacas se comportan muy normalmente. No veo que haya un problema".
Es más, Oesch está muy contento con los resultados obtenidos hasta la fecha, a pesar de haber tenido algunos problemas al inicio. "Los primeros intentos no estuvieron libres de inconvenientes", relató. "El problema fueron los sensores. No eran lo suficientemente resistentes".
En ciertas ocasiones, el dispositivo enviaba una señal falsa de que las vacas estaban en celo, expresó. Otras veces, no detectaba cuándo una de las vacas se encontraba en ese estado. Esta semana, dijo, comenzaría a poner a prueba modelos nuevos, más resistentes.
Dejando de lado la "vida amorosa de las vacas", los errores tienen un impacto negativo sobre la billetera del granjero. Si pierde el momento justo del celo, esto puede costarle a Oesch, quien usa inseminación artificial, 300 francos suizos (alrededor de 320 dólares) en semen no utilizado.
Incluso con tales resultados, los granjeros como Tschanz reaccionaron con sobriedad, especialmente dado el elevado precio de compra del dispositivo.
"El costo es importante", dijo Martin Baumgartner, de 33 años, quien pertenece a la cuarta generación de granjeros en su familia y cría vacas aquí. Solamente alrededor de 20 de sus 100 vacas son ahora lecheras, mientras que las otras son vacas de engorde Simmental y Black Angus, más rentables.
Su vecino, Urs König, de 48 años, quien abandonó el negocio de la leche hace algunos años para concentrarse en los cerdos, fue igualmente poco romántico. "Es un tema de costo-beneficio", expresó.