5 claves de la inteligencia emocional para ser jefe
World Economic Forum
Los trabajadores a las órdenes de
líderes más inteligentes
emocionalmente son más efectivos y gozan de mejor salud que los que
tienen jefes "mediocres" que, además de estrés laboral, pueden aumentar
el riesgo de que sus empleados padezcan hipertensión o un ataque al
corazón.
El buen líder no debe perder contacto con las corrientes emocionales que mueven a los equipos,
así sabrá detectar la influencia de sus decisiones y captar los
sentimientos inexpresados y articularlos en beneficio del equipo.
Un jefe de este tipo debe ejercer el liderazgo se debe
buscando obtener el máximo partido de las capacidades emocionales que
poseen los diferentes individuos que integran un determinado equipo, con
objeto de establecer un buena interrelación.
La inteligencia emocional no es innata. Es cierto que se
puede tener cierta predisposición a demostrar alguna de estas
capacidades pero, sin duda, las fortalezas del liderazgo resonante se
adquieren. Ningún líder, no importa cuan sobresaliente, es fuerte en
todas las competencias que integran las áreas fundamentales de la
inteligencia emocional.Si deseas ser un líder capaz de desarrollar
completamente todas estas competencias, son cinco los elementos clave
que debes adquirir o potenciar.
1. Autoconciencia
Tener un profundo entendimiento de nuestras emociones, fortalezas,
debilidades, necesidades e impulsos. Las personas con una fuerte
autoconciencia no son demasiado críticas ni tampoco tienen esperanzas
irreales. Más bien, son honestos consigo mismas y con los demás.
Aquellos con un alto grado de autoconciencia reconocen cómo sus
sentimientos los afectan a sí mismos, a otras personas y al desempeño en
el trabajo. Así, una persona autoconsciente que sabe que las fechas
límite despiertan lo peor de sí misma, planea su tiempo cuidadosamente y
realiza su trabajo con anterioridad. Además, será capaz de trabajar
junto con un cliente exigente. Entenderá el impacto de éste en su
temperamento y las razones profundas de sus frustraciones. Una persona
así entenderá que "las exigencias triviales del cliente nos apartan del
verdadero trabajo que debe llevarse a cabo". Irá un paso más adelante y
desplazará su furia hacia algo más constructivo.
La autoconciencia se extiende al entendimiento que cada persona
tiene de sus valores y metas. Una persona altamente autoconsciente sabe
hacia dónde se dirige y por qué, y por ello es capaz de ser firme a la
hora de declinar una oferta de trabajo tentadora en el aspecto
financiero que no es acorde con sus principios y metas de largo plazo.
¿Cómo puede uno reconocer la autoconciencia? En primer lugar, ésta se
presenta como desprevención y habilidad para evaluarse a sí mismo en
forma realista. Las personas con alta autoconciencia son capaces de
hablar en forma abierta y precisa acerca de sus emociones y del impacto
que éstas tienen en su trabajo.
2. Autorregulación
Los impulsos biológicos de la autorregulación manejan nuestras
emociones. No los podemos dejar de lado, pero sí podemos hacer mucho
para manejarlos. La autorregulación, que es como una conversación
interna continua, es el componente de la inteligencia emocional que nos
libera de ser prisioneros de nuestros sentimientos. Quienes están
comprometidos con esta conversación sienten mal humor e impulsos
emocionales, pero encuentran la manera de controlarlos y canalizarlos en
forma útil.
Un ejecutivo que posea el don de la autorregulación, ante el
fracaso de su equipo en una presentación a la junta directiva de la
empresa, no reacciona con ira y frustración. Al contrario, es capaz de
enfrentar la situación de manera exitosa.
Un jefe con esta cualidad escogería cuidadosamente sus palabras,
reconociendo el pésimo desempeño del grupo, pero sin adelantarse a hacer
juicios precipitados. Después reflexionaría sobre las razones del
fracaso. Luego, llamaría a todo el equipo, expondría las consecuencias
del incidente y presentaría sus sentimientos frente al hecho, terminando
todo con la presentación de un análisis del problema y una solución
conveniente.
3. Motivación
Quienes tienen potencial para ser líderes se motivan por un deseo
profundamente enraizado de tener logros, por el hecho mismo de
alcanzarlos. Si está buscando líderes, ¿cómo puede distinguir aquellos
que están motivados por el impulso del logro y los que están movidos por
recompensas externas? La primera señal es una pasión por el trabajo
mismo: estas personas buscan desafíos creativos, les encanta aprender y
se enorgullecen del trabajo bien hecho. También despliegan una
incansable energía para hacer mejor las cosas.
Personas con este tipo de energía a menudo parecen impacientes con
el statu quo. Son muy persistentes con cuestionamientos acerca de por
qué las cosas se hacen de una forma y no de la otra; y están ansiosas
por explorar nuevos enfoques en su trabajo. Esta historia ilustra otras
dos cualidades comunes de las personas que están orientadas al logro.
Siempre quieren incrementar su nivel de desempeño y siempre quieren
tener registros de ese nivel. Durante las evaluaciones de desempeño,
las personas con alta motivación suelen pedir a sus superiores que les
exijan más. Claro está, un empleado que combine la autoconciencia con la
motivación interna reconocerá sus límites, pero no por ello se transará
por objetivos que son demasiado fáciles de cumplir.
4. Empatía
De todas las dimensiones de la inteligencia emocional, la empatía
es la más fácil de reconocer. Pero cuando se trata de negocios,
raramente se oye que las personas son elogiadas o recompensadas por su
empatía. La palabra misma parece alejada de la vida de los negocios y
fuera de lugar entre las duras realidades del mercado. Pero la empatía
no tiene que ver con aquel sentimentalismo del estilo de "yo estoy bien,
tú estás bien".
Para un líder, la empatía no significa adoptar las emociones de
otros como propias y tratar de complacer a todos. Esto sería una
pesadilla y haría la acción imposible. Por el contrario, empatía
significa considerar los sentimientos de los empleados, junto con otros
factores, en el proceso de tomar decisiones inteligentes.
5. Habilidades sociales
Las habilidades sociales no son tan sencillas como parecen. No es
sólo una cuestión de ser amistoso, a pesar de que las personas con altos
niveles de habilidades sociales rara vez no lo sean. Por el contrario,
la habilidad social es amistad con un propósito: conducir a las personas
hacia la dirección que se desee, ya sea un acuerdo para una nueva
estrategia de marketing o entusiasmo frente a un nuevo producto.
Las personas con habilidades sociales tienden a tener un amplio
círculo de conocidos y tienen un don para despertar simpatía. Esto
significa que trabajan conforme a la suposición de que nada importante
se puede hacer solo. Estas personas tienen una red de conocidos lista
para ser activada cuando es necesario.
Algunas veces, la habilidad social se manifiesta en formas
diferentes a como lo hacen los otros componentes de la inteligencia
emocional. Por ejemplo, algunas veces puede pensarse que las personas
con habilidades sociales no hacen nada en su trabajo. Parecen más bien
estar charlando en los pasillos con los colegas, en lugar de estar
conectadas con sus verdaderos trabajos. Estas personas piensan que no
tiene sentido limitar arbitrariamente el alcance de sus relaciones.
Tejen amplios lazos, pues saben que en estos tiempos pueden necesitar la
ayuda de personas que empiezan a conocer.