martes, 30 de enero de 2018

Más sobre el elevator pitch

El elevator pitch ha muerto, larga vida al discurso del ascensor

El famoso discurso del ascensor agoniza (por fin) dando paso a nuevas fórmulas para exponer tus ideas y convencer a los demás en poco tiempo.

 Rafa Galán | Emprendedores




"Casi desde el momento en el que los ascensores se convirtieron en algo habitual, gurús del management como Dale Carnegie comenzaron a asesorarnos para tener siempre a punto nuestro discurso del ascensor. La idea era que si entrabas en un ascensor y te encontrabas con tu jefe, tenías que ser capaz de explicar quién eras y qué hacías en el tiempo que las puertas tardaban en cerrarse y volver a abrirse en tu plan", apunta el escritor Daniel H. Pink, experto en persuasión, en su bestseller Vender es humano (Gestión 2000).

"Durante varias décadas del siglo XX, el discurso del ascensor fue un procedimiento operativo estándar. Pero los tiempos y la tecnología cambian. En el siglo XXI esta trillada práctica ha aumentado un poco debido a que las organizaciones son generalmente más democráticas que en el mundo estratificado del traje de franela gris y la puerta cerrada es cada vez menos la norma. Hace cincuenta años la única oportunidad de llegar a coincidir con el consejero delegado de nuestra empresa era en el ascensor. En segundo lugar, el torrente de información al que tiene que enfrentarse hoy en día ese mismo consejero delegado al salir del ascensor no tiene nada que ver", resume Pink. "Del mismo modo hoy tenemos más oportunidades para transmitir nuestro mensaje", añade.

Pink ha analizado cuáles son los sucesores del discurso del ascensor y se queda con estas opciones:

1. El discurso de una palabra. Según este experto en persuasión, el concepto deriva de Maurice y Charles Saatchi y su visión del "valor de una palabra", que expusieron en un polémico artículo publicado en el Financial Times el 22 de junio de 2016 con el título La estraña muerte de la publicidad moderna. "Afirma que en un mundo habitado por nativos digitales -los menores de treinta que no recuerdan la vida sin Internet-, se ha intensificado la batalla por la atención de una manera que nadie ha comprendido aún a fondo. La única forma de hacerse oír es exprimir la brevedad hasta el límite. Hoy día sólo llegan las ideas brutalmente simples", resume Pink. "La simplicidad brutal requiere una y solo una palabra. Dos palabras no son un Dios, son dos dioses. Y dos dioses son demasiado".

2. El discurso interpelativo. Se trata de formular una pregunta. "Cuando alguien hace una declaración, tú puedes recibirla de forma pasiva, pero cuando te formulan una pregunta, estás obligado a responderla, ya sea en voz alta si la pregunta es directa o silencsioamente, si es retórica. Eso requiere, al menos un mínimo esfuerzo por tu parte o un procesamiento más intensivo de los contenidos de los mensajes", apunta Pink. "Al oligar a la gente a esforzarse un poco más, los discursos interpelativos mueven a las personas a elaborar sus propias razones apra estar de acuerdo o no. Y cuando la gente alega sus propias razones para creer en algo, resapldan esa creencia con más fuerza y las probabilidades de que actúen son mayores", desgrana.

3. El discurso rimado. "Las rimas potencian lo que los lingüistas y los expertos en ciencias cognitivas denominan fluidez del pensamiento, la facilidad con la que nuestra mente corta, fragmenta y da sentido a los estímulos. Las rimas tienen buen sabor y son fáciles de digerir, y asimilamos esa suavidad a la exactitud", plantea este experto.

4. El discurso del asunto. "El correo electrónico se ha integrado hasta tal punto que en nuestra vida ha pasado a ser más un hábitat que una aplicación", propone. "Y como todo hábitat, muchos de nosotros no nos percatamos de que todos los correos electrónicos que enviamos son un discurso. Es una petición para que alguien nos preste su atención y una invitación a la participación. Que alguien acepte esa invitación o que abra siquiera el mensaje depende sobre todo de quién sea el remitente. Pero el siguiente elemento en importancia del correo en cuanto a participación es el asunto: el titular que anticipa y promete el contenido del mensaje", apunta.

5. El discurso tipo Twitter. "La marca de un tuit eficaz, como la de cualquier argumentación eficaz, es que atrea a los receptores y les anima a participar en la conversación respondiendo, siguiendo un enlace o compartiendo el tuit con otras personas. Los escasos estudios que han dedicado su atención a este nuevo medio con cierto rigor han descubierto que sólo una pequeña categoría de tuits cumplen realmente esos objetivos", apunte. ¿Qué funciona, entonces? "Los tuits que ofrecen información y enlaces, especialmente si el material era original y nuevo. También los que formulan preguntas a sus seguidores.

6. El discurso de Pixar. "Cada película de Pixar comparte el mismo material genético narrativo, una estructura profunda de narración de historias que comprende seis frases secuenciales: Érase una vex [...]. Todos los días [...]. Por este motivo, [...]. Debido a ello [...]. Hasta que finalmente [...]", resume Pink, quien defiende que esta misma estructura de discurso sirve para vender cualquier idea.

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