Mejora tus productos con el método Lean Startup
“No hay nada tan inútil en el mundo como hacer con gran eficiencia lo que no debería hacerse en absoluto”. No lo decimos nosotros. El autor de esta cita es Eric Ries, autor de uno de los libros de gestión empresarial más importantes de los últimos años: ”The Lean Startup”.
¿Y por qué decimos que es el libro de gestión empresarial más importante de los últimos años? Porque cada vez más start-ups (especialmente tenológicas) han abrazado con fuerza uno de los conceptos centrales del libro: MVP (Minimum Viable Product), es decir el producto viable mínimo o lo mínimo que tenemos que “entregar” al mercado para que sea viable y podamos comprobar la validez de nuestro producto o desarrollo.
La idea de la que parte es sencilla. ¿Por qué vamos a invertir una enorme cantidad de esfuerzo y dinero en el desarrollo de un producto, si puede que después no interese a nuestros clientes? ¿Por qué crear si no vamos a poder vender? Y si lo queremos decir en palabras del autor: “Tenemos la capacidad de construir prácticamente cualquier cosa que nos imaginemos. La pregunta clave no es ¿puede construirse? sino ¿Debe construirse?”
Y sin embargo es una idea que pone en cuestión el modelo clásico de empresa, esto es: desarrollo una idea de negocio, creo un producto perfecto, lo lanzo al mercado, recojo los beneficios. Lo cual dice Ries, siempre ha sido problemático porque no sólo es un problema que no haya beneficios sino pensar en todo lo que se ha invertido y tras es lanzamiento, comprobar que tampoco va a haberlos en el futuro.
Minimum Viable Product
Eric Ries defiende que no tienen por qué llegar al mercado los mejores productos, sino sobre todo los que los consumidores están dispuestos a comprar. Y ahí está el quid de la cuestión: ¿Cómo sabemos qué productos están dispuestos a comprar?
Apostando por el minimum viable product o lo que es lo mismo, la versión básica del producto que tenemos pensado lanzar y que en el caso de por ejemplo en el caso de las start-ups tecnológicas ya se conocen como versiones alpha, beta privada, beta pública y lanzamiento del producto final.
¿Qué se consigue con el MVP? En primer lugar saber si el producto puede resultar atractivo para los clientes. Aunque sea en una fase embrionaria o inicial, podemos determinar si existe interés real en lo que estamos pensando en lanzar más adelante. En este sentido si pronto detectamos que nuestros clientes potenciales no sienten ningún interés real por nuestro producto o idea de producto entonces puedes ser un buen momento de plantearnos cosas: ¿Merece la pena seguir desarrollándolo? y si aún pensamos que sí lo es… ¿Tenemos que adoptar un ángulo radicalmente diferente?
La segunda ventaja es que obtenemos un feedback del mercado desde el primer momento. De esta forma tenemos un contacto directo con lo que pide el mercado, lo que les gustaría a nuestros clientes, lo que debemos mejorar, etc. Por supuesto este es un enfoque muy interesante en muchos casos, aunque también es cierto que no siempre el mercado sabe lo que quiere hasta que lo tiene.
Desde el Minimum Viable Product se pone en macha un ciclo de desarrollo del producto final, que se basa en tres fases:
- Construir: desarrollamos nuestro MVP centrado en las hipótesis que queremos comprobar.
- Medir: establecemos una serie de métricas con las que valorar nuestro experimento.
- Aprender: gracias a las métricas obtenemos información con la que aprenderemos nuevos detalles de nuestro negocio para seguir mejorando.
Este proceso lo repetimos una y otra vez hasta que acabamos por lanzar el producto final, de modo que cada vez que ponemos en marcha estas tres fases tomamos una decisión: perseverar en nuestra idea inicial o cambiar y enfocar el producto de otra forma.
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